jueves, 10 de octubre de 2013

Mis maneras de conversarte



Cuando entré por primera vez en tu casa, giré inmediatamente a la derecha para explorar la cocina. “Se trata del espacio que más delata a sus habitantes”, me dije y te miré de reojo.

“Tantas veces vi esta luz cálida desde la calle, verla era sentir tu  tibieza e imaginar aromas que resultan de la mezcla perfecta entre el pan recién llegado a la mesa y tus piernas”, pensé, estando inmóvil, mirando atenta por la ventana, localizando el lugar de la calle desde donde veía la cocina que ahora habitaba contigo.

Respiré profundo y sin quererlo, naturalmente, dejé flotar mis pupilas hacia arriba, agradeciendo extasiada que me hayas elegido. Hay tantas y tantos allá afuera, y fui yo. “Lo único que quiero decirte es que no te equivocaste, soy yo la que sabré hacer más llevaderos tus días”, fueron las palabras que germinaron en mi pensamiento. Instintivamente saqué la lengua convirtiendo el gesto en un bostezo, y tu dejaste que una sonrisa amplia te gobernara por completo, “no te equivocaste”, me repetí encantada.

Dejaste tus cosas sobre la mesa y me acercaste un plato de leche. Pude ver cada dedo de tus manos, cada falange de tus dedos. “Te llamaré Pelusa”, me dijiste, y me pareció un nombre un poco común, la verdad. Pero eras tan joven y yo era la primera mascota en tu vida, apenas si podías escuchar el nombre que te susurraba. Todavía no estabas acostumbrado a mis maneras de conversarte.

2 comentarios:

  1. Simplemente hermoso! Creo que comunica de manera muy especial los afectos que se crean entre una persona y su mascota... también podría hacerse alguna equivalencia con lo que ocurre cuando decides ser amigo/a de alguien...

    ResponderEliminar
  2. Me emociono y sorprendió jaja está hermoso!

    ResponderEliminar