jueves, 22 de marzo de 2012

Palabras desobedientes


De paso por el comedor de la casa, escuché -así, como de refilón- que vendría  la Tía María Estela.
Y cuando escuchaba “Tía María Estela”, pensaba -automáticamente- en un dulce de hojaldre con crema pastelera. Me imaginaba crujiente el hojaldre, suave y fría la crema, y hasta podía sentir -si me lo proponía- cómo mi lengua tanteaba partículas de azúcar nevada que quedaban en mis labios.
¿Qué relación había entre la tía “María Estela” y el dulce de hojaldre? Tal vez que ella siempre usaba faldas vaporosas y blusas blancas de brocados. Siempre llegaba perfumada y daba besos suavecitos que, sin querer, hacían que el color coral de su boca se abriera camino por las comisuras, esas que tanto marcaba cuando le contaban alguna novedad de la familia.
Sí, en rigor, no hay conexión alguna. Pero así tengo colección, con nombres de personas, ciudades, y hasta de cosas.  En una oportunidad, le conté a mi tía María Lilí lo que me pasaba con algunas palabras o nombres que me llevaban muy lejos, a lugares donde no tenían permiso de ir: “son como palabras desobedientes”. Ella me miró cómplice y me dijo: “Para mí el Río Mapocho es una torta rellena de dulce de leche, decorada con merengue blanco que termina en piquitos”.

4 comentarios:

  1. Ahora que lo dices, me doy cuenta que a mí también me pasa...vienen a mi mente palabras desobedientes que me llevan a lugares inesperados...

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  2. Julio Cortázar dice que todos tenemos una "máquina mental de lavar", con la que podemos y debemos lavar nuestro lenguaje político de tantas adherencias que lo debilitan. Sólo así, lograremos unir el futuro a nuestro deseo, porque la historia del hombre se hace a "su imagen y a su palabra".

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  3. ¿Nuri, tienes algún ejemplo para compartir?

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